Animal vertebrado / Mamífero / Omnívoros
Cuando un piwili
se coloca a la defensiva, bien para responder a una agresión o para mostrar su
mal humor, una pequeña parte de su pelaje se transforma en finas púas de varios
centímetros de longitud que salen despedidas como dardos a varios metros
distancia. Dichas agujas son altamente venenosas y resultan mortales para la
mayoría de las especies. Los humanos aún no han descubierto el antídoto para
tan potente veneno. También su larga cola se endurece y eriza como si fuera una
lanza. Manejada con maestría por estos pequeños animales, puede producir
profundas heridas en sus enemigos, siendo incluso capaz de perforar (si se
aplica con la suficiente potencia) pieles acorazadas como la de los strigalhs
o los armadillos dorados. Heridas que con el tiempo se infectarán
ocasionando la más que probable muerte de su víctima.
Machos y hembras apenas
muestran diferencias morfológicas. Los machos son un poco más grandes y
pesados, siendo también el tono de su pelaje algo más oscuro. Sus órganos
sexuales quedan tan escondidos bajo la gran masa de pelo de los envuelve, que
no son apreciables a simple vista, por lo que es difícil distinguirlos.
Los piwilis no alcanzan
la plenitud sexual hasta los cinco años. Son una especie longeva, pudiendo
llegar a los ochenta años de vida. No es fácil que un piwili se
empareje, pero cuando lo hace, su unión durará hasta que uno de los miembros de
la pareja muera. Las hembras pueden tener varias camadas a lo largo de su vida
(el período de gestación es de cinco meses), y generalmente consisten en dos o
tres cachorros que amantarán durante el primer año de vida. Los piwilis
nacen indefensos, no desarrollarán sus mortíferas capacidades hasta cumplir los
tres años, por lo que dependen por completo de la protección de sus padres para
sobrevivir. Diminutos al nacer, parecen auténticas bolitas de pelo de aspecto
frágil y adorable. De un color marrón bastante oscuro, no obtendrán la cálida y
dorada tonalidad que caracteriza a su especie hasta la plena madurez.
De nariz puntiaguda,
orejas pequeñas y redondeadas, ojos negros… Todos sus sentidos se encuentran
perfectamente adaptados a la caza, tanto diurna como nocturna. Sus principales
presas son pequeños mamíferos como los ratones o grandes insectos como los escarabajos
colosos, muy abundantes en los oasis del desierto de Zahrs.
Son animales sumamente golosos
y adoran la fruta madura. Como no son trepadores, se tienen que conformar con
la que se deja caer de los árboles o con la que los humanos comparten con
ellos. Su convivencia con los hombres ha hecho que desarrollen también un gusto
especial hacia los alimentos cocinados por estos.
Son animales feroces y
valientes, muy fieles, siempre dispuestos a defender a los suyos. Los Tulos del
desierto los han utilizado desde tiempos inmemoriales como protectores de sus
hijos y sus rebaños. Nada se escapaba a sus agudos y bien desarrollados
sentidos, y no tardan en dar la alarma con agudos chillidos ante cualquier amenaza.
De inusual y despierta inteligencia, llegan a establecer verdaderas relaciones de aprecio y amistad con aquellos humanos especialmente dotados para comunicarse con ellos. Algunos pueblos, como los Zurianos, incluso los consideran, por su capacidad de comprensión y entendimiento (aunque no hayan desarrollado una cultura material propiamente dicha), como miembros de pleno derecho de las denominadas Razas Ocultas a las que ellos mismos pertenecen.
Hábitat: los piwilis son animales difíciles
de ver. Son grandes desconocidos para la inmensa mayoría de los
habitantes de Aurrimar. La dificultad para su reproducción en cautividad hace
que su número sea reducido y que su precio sea elevado en los mercados más
importantes del desierto, como el del oasis de Taleg. Un lujo generalmente
destinado a los más pudientes; aunque no resulta raro encontrarlos en viviendas
más modestas fruto de algún encuentro casual en libertad.
Es en estos áridos parajes
del desierto de Zahrs donde se concentra el mayor número de individuos. En
ocasiones aparecen de forma aislada en otros puntos del Continente, pero esto
es debido sobre todo al tráfico comercial de animales exóticos, muy popular
entre las clases acomodadas de los Siete Puertos.
Sin embargo, no son pocos los que dudan de que sean animales originarios del desierto. Su espeso pelaje no parece una buena adaptación a las tórridas condiciones atmosféricas de esas latitudes. Los pequeños animalillos sufren con las elevadas temperaturas y la deshidratación se encuentra entre sus principales causas de fallecimiento.
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Las bandejas fueron
dispuestas delante de los invitados y del Patriarca. Pristi, agarró la suya y,
sin esperar más indicaciones y olvidándose de cualquier tipo de protocolo,
comenzó a saborear lo que para ella eran auténticos manjares.
—Por favor, estaréis
hambrientos después de tanto caminar por el Inframundo
—les invitó Quinamilot—. ¡Espero que os guste!
Es liebre de arena con mermelada de dátiles. —El viejo zuriano
sonrió ante la cara de sorpresa de los dos hermanos—. ¡Sí, lo hemos preparado
en vuestro honor! Nuestros alimentos habituales tal vez no sean de vuestro
agrado… ¡Pero el agua es excelente!
—Gracias por las
molestias —dijo
Meda mientras le ofrecía un buen trozo de carne a Ramita, que se había acercado
hasta él buscando su parte.
—¿Sabes? —le indicó Quinamilot al
contemplar la escena—. Los piwilis también forman parte, aunque en una
escala menor, de las Razas Ocultas. No han desarrollado ninguna cultura… pero
son inteligentes.
—¿Por eso puedo
entenderla, porque tiene un idioma propio?
—¡No sólo por eso!
También porque eres especial, porque posees esa habilidad que te proporciona tu
sangre, tu herencia… —Y mirando directamente a los ojos a Meda, añadió en su
propio idioma—. El resto de los humanos no puede entender nada… como tu
hermano en estos momentos.
"Aurrimar. La leyenda del Dios Errante", vol1. Libro 1 - Tulos