domingo, 27 de diciembre de 2020

Buscando Inspiración 4. Amacram

Creo que no es ningún secreto para nadie el hecho de que me gusta la Navidad. La familia, las luces y adornos, las reuniones con amig@s, los buenos deseos, los regalos… sobre todo los regalos… jajajaja… Mucha gente la odia, y puede que tengan razón al hacerlo; después de todo, no es más que una ficción, una ilusión, alta fantasía para la que no todo el mundo esté verdaderamente preparado. Yo, al igual que Obelix, debí caer de pequeñita en alguna marmita mágica, ya que desde entonces, no he podido resistirme al embrujo de esa ilusión que se espera durante todo un año. Hasta tal punto es así, que casi me resulta inevitable reflejarla de algún modo en mis historias.

En “Aurrimar. La leyenda del Dios Errante” aparece bajo la forma de una festividad denominada Amacram. Una mezcla que contiene la solemnidad de la Semana Santa, la bulliciosa algarabía callejera de San Fermín y la mágica ilusión propia de la Navidad.

Es la ciudad de Nublia, el lugar idóneo para disfrutar estas fiestas. El punto más al oeste del Continente, el escenario perfecto para contemplar el baile de los astros sobre un horizonte infinito más allá del mar. Un fenómeno astronómico que se produce cada diez años y que el clero de la Orden de la Verdad siempre ha pretendido revestir de tintes trágicos, funestos y amenazantes: una muestra indiscutible del poder de los dioses que, a su antojo, pueden incluso apagar la fuerza del sol. Sin embargo, tuvieron que rendirse ante la sabiduría popular: ¡Si este va a ser el día del fin del mundo, disfrutemos de él, celebrémoslo con alegría! Se adaptaron los ritos para dotarlos de tintes menos dramáticos, menos lúgubres. Desde La Ciudadela se dirigían los sacrificios, las ofrendas, las ceremonias y rituales propios de tan solemne festividad, pero siempre sin coartar el aire festivo y jaranero que domina en la ciudad.



sábado, 26 de diciembre de 2020

Una elfa irreductible

 


Esto es verdad y no miento

No hace mucho soñé que era un elfo

Uno de esos de verde y rojo

Que con el gordinflón van corriendo.

Mi misión era clara:

De regalos y risas

Las casas llenaría

En la Nochebuena más rara

Que el mundo conocería.

 

Pero un ente malvado en las sombras acechaba

Y tras nosotros se lanzaba

Con intenciones poco claras.

 

Correr, huir, escapar

El terror era tal que desperté sobresaltada.

¿Estaría estresada?

¿Mi mente se agobiaba y pesadillas sin fin generaba?

¿Un presentimiento de lo que  por venir estaba?

¿O tal vez un triste recuerdo de lo que un día fue

Y ya no estaba?

 

No, no, no

Mi Navidad es sagrada.

Ni la tristeza, ni la enfermedad o la muerte

Me impedirán celebrarla.

 

Oigo voces, pesimistas todas.

No hay bares, no hay fiestas, no hay reuniones.

¡Suspendamos la Navidad!

¿Perdona?

Mi fiesta es íntima, no un cotillón

Que se pueda prohibir sin ton ni son.

Lo mío es magia, todo ilusión.

 

Soy un elfo resistente, irreductible y persistente.

La Fuerza está conmigo y mi mente es un fuerte.

Nada ni nadie podrá privarme

del belén, del turrón, del espumillón

o de un buen polvorón.

 

¡Vete!

¡Desaparece ya,

maldito y negro nubarrón!