Animal
vertebrado / Ovíparo / Reptil de sangre caliente / Carroñero
Descripción:
Se trata de animales de gran envergadura (unos dos
metros de largo desde el morro hasta la punta de la cola) y aspecto
achaparrado, lo que les ayuda en los desplazamientos por los túneles que ellos
mismos excavan.
Son cuadrúpedos. Sus poderosas patas, cortas y
musculosas, se encuentran rematadas por garras de inusitada dureza (cuatro en
las extremidades delanteras y tres en las traseras), que utilizan tanto para
defenderse, como para cavar o desgarrar a sus presas.
Gruesas placas en la zona dorsal les protegen de
ataques y posibles derrumbes en sus madrigueras. Osificaciones que también
funcionan como acumuladores de calor que posteriormente se redistribuirá hacia
el denso y llamativo pelaje que recubre la parte inferior de su cuerpo. Y así, aunque
se trata de animales de hábitos eminentemente nocturnos, no es raro verlos
tendidos al ardiente sol del desierto. Mientras los machos dan rienda suelta a
toda esa energía acumulada, en luchas fratricidas durante el cortejo o en
defensa de su territorio, las hembras la utilizan para incubar sus huevos y,
más tarde, para preservar el calor corporal de sus cachorros hasta que desarrollen
sus propias placas.
Mandíbulas anchas y poderosas, plagadas de afilados
dientes, todos del mismo tamaño. La lengua, gruesa y larga, posee papilas gustativas
tan sensibles que, literalmente, son capaces de degustar el aire que los rodea,
permitiéndoles de esta forma, percibir cualquier cambio que se produzca en la
oscuridad de sus túneles.
Su densa saliva contiene toxinas que inmovilizan a
las presas moribundas de las que habitualmente se alimentan. Gracias a ello,
las mantienen sedadas y vivas hasta el momento de la ingesta. Suelen crear almacenes subterráneos por cuya posesión luchan encarnizadamente los
distintos grupos familiares. Violentos choques que en ocasiones provocan auténticos
cataclismos en sus guaridas. Derrumbes que dejan huella en la orografía del
desierto.
Son animales gregarios cuyo dimorfismo sexual es
bastante acusado. Los machos poseen un tono rojizo mucho más brillante y
llamativo que las hembras, que tienden al granate. Además, dos cuernos cortos
surgen a ambos lados de las mandíbulas de los machos. Su color y longitud
determinará su edad y su posición dentro de la manada. Los utilizan como
símbolo de estatus, como defensa y como herramienta de trabajo. Son ellos los
que perforan la tierra sin descanso para extender sus dominios. Garras, cuernos
y cola en forma de pala son sus señas de identidad. Las hembras carecen de
cuernas, pero a cambio, su pelaje es suave y delicado como la seda.
Las hembras ponen entre cinco y seis huevos al año.
Pequeñas camadas que no siempre prosperan debido a la violenta y azarosa vida
de las madrigueras.
Su aspecto es fiero y desagradable. Suele
acompañarles el pestilente olor de la carroña que constituye su principal
fuente de alimento.
Hábitat:
Su hábitat natural es el desierto de Zahrs. Allí horadan
sus interminables túneles cerca de los roquedales, en las zonas dónde el
terreno es más blando y arenoso. Sus madrigueras pueden llegar a tener
kilómetros de longitud y no es raro que los túneles de las distintas manadas se
entrecrucen entre sí, lo que origina sangrientas luchas entre ellos.
Animales de hábitos nocturnos, merodean en las
noches en busca de alimento. La carroña es la base de su dieta, pero también
son capaces de abatir pequeñas piezas que confiadas, se acercan a los
manantiales a beber. Lugares que ellos frecuentan y en los que les gusta solazarse.
Las hembras, durante el período de incubación, son
más propensas a salir de día para recargarse de energía con la que calentar
sus huevos. No es raro verlas alejarse hacia las grandes dunas, pese a que allí se encuentran expuestas a temperaturas en ocasiones excesivamente altas que su organismo es incapaz de procesar.
Debido a su fiereza y gran tamaño, apenas poseen
depredadores naturales. Únicamente los feroces tarkios son capaces de hacerles frente y salir airosos de la
confrontación.
Los humanos, los Tulos, los utilizan como elementos
activos de la justicia del Clan. Los cuerpos de los ajusticiados por lapidación
en el denominado Pozo Empedrado, desaparecen sin dejar rastro tras las oscuras
bocas que allí se abren, guaridas de strigalhs
siempre hambrientos de carne.
El grupo de niños observaba
apenas sin atreverse a respirar. El Pozo estaba vacío. Las blancas paredes se
encontraban tachonadas de oscuras marcas granates, la sangre seca de las
innumerables víctimas allí sacrificadas a lo largo de los siglos. El fondo se
encontraba recubierto por la arena arrastrada por el viento y empedrado con
infinidad de guijarros de diferentes formas y tamaños, restos de pasadas
ejecuciones y sacrificios. Proyectiles angulosos, puntiagudos y cortantes para
infligir el mayor daño posible a la víctima allí ajusticiada. Dos negros
agujeros, como dos enormes bocas sin dientes, se abrían a los lados. Uno en
frente del otro. Dos madrigueras de strigalhs, seres subterráneos que salían a
la superficie para devorar a las moribundas víctimas de la justicia. Reptiles
gigantescos de poderosas mandíbulas e irascible temperamento.
"Aurrimar. La leyenda del Dios Errante. Vol. 1. Libro 2 - Amacram"
Yolanda Martín López