Descripción: se trata de animales de silueta estilizada y patas bien desarrolladas para la carrera. Sus musculosas extremidades traseras les permiten ejecutar vertiginosos saltos que las sitúan rápidamente fuera del alcance de la mayoría de sus perseguidores.
El
oído es un sentido hiperdesarrollado (aunque la vista y el olfato no le van a
la zaga). Pueden detectar a un depredador a decenas de metros de distancia. Sus
orejas, sensibles, suaves y recubiertas de una fina pelusilla, llegan a medir
hasta medio metro de longitud.
El pelaje
es corto y sedoso bajo las placas quitinosas que recubren todo su cuerpo como si
de una coraza se tratara; armadura del color de la arena que la convierte además
en un perfecto camuflaje.
Al
mínimo indicio de peligro, el animal inicia una frenética carrera, que incluye
constantes cambios de sentido con el objetivo de confundir al agresor. Poseedoras
de afiladas garras y colmillos en boca y extremidades, resultan altamente peligrosas
cuando, presas del miedo, se abalanzan enloquecidas contra cualquier cosa que
se interponga en su huida.
Se desplazan
en grandes grupos familiares para proteger de esa manera a sus miembros más débiles.
Son el
alimento de numerosos carnívoros y aves de presa que habitan en los farallones
rocosos cercanos a los oasis. Para los Clanes del desierto las liebres de arena
constituyen una especie cinegética de alto valor en los mercados. Su captura
proporciona un bien ganado prestigio y su carne, de un blanco lechoso, es
considerada como uno de los manjares más exquisitos que uno puede degustar.
Hábitat: especie
endémica del Desierto de Zahrs. Viven en madrigueras excavadas en la arena de
hasta cinco metros de profundidad de las que solo salen al anochecer para comer
y beber junto a los manantiales próximos a los afloramientos rocosos del
desierto. Las verdes y suculentas plantas que crecen junto a esos pequeños
vergeles constituyen su principal fuente de alimentación. Pero sus peligrosos
colmillos y dientes también les permiten rasgar y perforar las duras cortezas
de los arbustos situados en zonas más áridas para extraer su pulpa o el agua
que puedan atesorar.
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¡Una liebre de arena! ¿Cómo
la habría atrapado su hermano? Los pequeños animalillos eran escurridizos como
el viento. Durante el día habitaban en profundas madrigueras excavadas en la
ardiente arena del desierto, no lejos de los desfiladeros. Al ponerse el sol
salían en pequeños grupos y acudían a beber y alimentarse en los pozos ocultos
entre las rocas de la cordillera. Era allí donde los cazadores colocaban sus
trampas. Pero las liebres eran astutas y rápidas como la muerte, raramente
caían en ellas. Sus carreras y saltos eran vertiginosos y sus dientes y garras,
afilados, largos y peligrosos. Se necesitaba mucha pericia y paciencia para
atraparlas.
¿Cuándo fue la última vez que
probé una? Su carne, blanca y tierna, era muy apreciada, un manjar
exquisito que se reservaba para las grandes celebraciones. Sí, seguro que fue durante el quimat del año pasado… Las mujeres de
la aldea, que siempre preparaban algo especial para celebrar ese día y
homenajear así a los nuevos miembros del Fuego del Clan, la habían guisado con
crema de yogurt. Apenas habían tocado a un bocado cada uno, pero Karimo aún
recordaba su delicioso sabor.
Además…
¡Cómo olvidar aquel día!, se dijo
entre risas. Agdabi, hijo menor del Patriarca Misf, se había pavoneado durante
semanas ante toda la tribu alardeando de haber cazado nada menos que tres
liebres de arena para la ocasión. Pero lo que no contaba es que había
necesitado la ayuda de cinco de los mejores cazadores de la aldea para
lograrlo, entre ellos Tayishi, el orgulloso hijo del temido Jhaleb, uno de los
Jefes de mashalis más respetados e
influyentes de los Clanes. Y todo eso… sin enumerar los dolorosos arañazos,
magulladuras y mordiscos que habían sufrido durante la cacería.
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