El sudoroso y jadeante mensajero llegó
corriendo hasta el puesto de mando donde el rey esperaba noticias del frente.
Se arrojó a los pies de su señor, más por puro agotamiento que por sincera
devoción.
—Informa,
desgraciado. ¿Cuál es la situación?
—Señor, son
demasiados… —tomó aire antes de dar las malas nuevas—. Los ejércitos de goblins
nos atacan desde todos los flancos. No tenemos retirada posible… ¡Nos van a
masacrar!
—¡Bien, que así sea!
—Asintió el rey con la vista clavada en el valle. Emitió un bajo gruñido de
contrariedad y se ajustó el casco—. En mi ejército no hay cobardes. Ha llegado
la hora de los héroes. ¿Y tú, rata de biblioteca, se puede saber qué demonios
estás haciendo? —dijo, dirigiendo su rabia hacia el silencioso mago que,
sentado bajo la sombra de un árbol próximo, jugueteaba con la arena de forma
despreocupada.
—Me preparo para la
batalla —informó sin levantar la vista del suelo.
—¿Haciendo dibujitos
con un palo? ¿No deberías estar lanzando hechizos para abatir a esos
malnacidos? Juro que te arrancaré la piel a tiras y te cargaré de cadenas si no
te ganas el pan que te zampas todos los días.
—Cada uno se prepara
para la batalla como puede —respondió al tiempo que se encogía de hombros con
una enigmática sonrisa que el rey Valmir no supo cómo interpretar. Resultaban
realmente exasperantes aquellos magos de pacotilla.
—¡Majestad! —exclamó nervioso el capitán de lanceros—.
Están subiendo…
—¡Vamos mago, hagamos
historia entonces! —ordenó el rey al tiempo que cogía su espada y se lanzaba
colina abajo con un poderoso grito de guerra que retumbó como el trueno en el
interior del casco de sus soldados.
—Vuestras palabras
son órdenes para mí. Una última cifra aquí y… —murmuró el mago antes de
desaparecer del campo de batalla por el portal que con tanto esmero había
estado trazando.
Ya en su biblioteca,
caminó despacio hacia el atril en el que descansaba el grueso volumen que
recogía los hechos más relevantes del reinado del Rey Valmir V.
—Hagamos historia
pues… —Y comenzó a escribir con mano firme y cuidada caligrafía—. “Hoy, día dos del mes de Ayul, su divina
majestad, el muy venerable rey Valmir V hijo de Gal el Magnífico y nieto de
Tieter el Conquistador, perdió la vida en desigual batalla con las hordas de
goblins del Valle de Mutrias…”