Canción que Laurentio Espinar escribió para sus
pupilos, los niños que escaparon con él de las Montañas de la Luz; únicos
supervivientes de la masacre cometida por las tropas de La Orden de la Verdad
en su hogar, el Templo de la Luna. Con el tiempo, se convertiría en el himno que
los tripulantes del Pribylon recitarían en sus despedidas. Un canto de
hermandad, esperanza y libertad.
Si la muerte me
alcanza,
que sea aún en pie,
sin miedo,
borracho de vida,
rebosante de
esperanza
ante las promesas del
Otro Lado.
Allí,
nuestras almas,
libres y gozosas,
se reunirán
en espera de la
Última Travesía.
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