miércoles, 18 de noviembre de 2020

Buscando Inspiración 3. Estrella Roja


El Estrella Roja es el último de los barcos de “
Aurrimar. La leyenda del Dios Errante” del que voy a hablaros, ya que al igual que el Pribylon y el Rumor Clandestino, su bautismo tiene una historia detrás.

Tengo que reconocer que, para bien o para mal (seguramente esto último), no soy de las que pierdo demasiado tiempo buscando nombres con los que denominar personajes, historias, objetos o animales. Generalmente surgen espontáneamente en mi cabeza por una simple asociación de ideas, o como en este caso, son el producto de nostálgicos y entrañables recuerdos de infancia o juventud.

Me gusta ver deporte en la televisión, cualquier tipo de deporte. Uno de mis mejores recuerdos es estar sentada en el sofá con mi padre disfrutando de un buen espectáculo de fútbol, pelota, rugby, patinaje, ciclismo, balonmano, lo que fuera. Pero el baloncesto se llevaba la palma. Nos hacía gritar, saltar de emoción cuando apenas quedaban unos segundos para terminar el partido y el marcador se encontraba tan igualado que cualquiera de los dos equipos podía ganar en una última y afortunada canasta. Las ligas europeas eran las competiciones que más nos gustaban; siempre repletas de equipos con nombres impronunciables muchos de ellos (y no digamos sus jugadores), que nos hacían viajar a países que seguramente nunca visitaríamos. Uno de esos nombres que se quedó grabado en mi mente fue el Estrella Roja de Belgrado. No me digáis por qué. Porque era fácil de pronunciar, por su simbolismo… ¡Quién sabe! 

El caso es que a la hora de bautizar el barco capitaneado por Ferdiag Ysenti, ese nombre surgió como una posibilidad más que aceptable. Podía imaginarme perfectamente a esa destartalada nave surcando los mares de Aurrimar luciendo una bandera con una enorme estrella roja de siete puntas en su centro. ¿Y vosotros? ¿Podéis verlo también?



Ferdiag, capitán del Estrella Roja, fumaba en su pequeña pipa de amarillento marfil al tiempo que dejaba que su mente se adormeciera muy lentamente. El aromático humo que desprendía el tabaco procedente del delta del Belonte, le relajaba y le hacía soñar con alegres y lujuriosas mujeres de tez morena y formas redondeadas. Hacía unas horas que lo había comprado en el Mercado Libre, y sin lugar a dudas, era de lo mejor que había probado en mucho tiempo. Su efecto alucinógeno era poderoso y se dejaba sentir desde la primera calada. Sonrió satisfecho y con aire ensimismado. "¡Desde luego esto vale el oro que he pagado por él!", se dijo palpando el saquete de hierba que colgaba de su cintura, al tiempo que dejaba escapar espesas volutas de humo que ascendían perezosamente, hasta chocar con la lona del improvisado refugio que se había preparado en la cubierta para protegerse de la lluvia.

 

Yolanda Martín López, “Aurrimar. La leyenda del Dios Errante. vol1” 

No hay comentarios:

Publicar un comentario