Era un día soleado, muy
agradable. Me encontraba en una terraza con dos amigas tomando un café
antes de ir a trabajar. Estábamos solas, salvo por un nutrido grupo
de gorriones que no paraban de revolotear a nuestro alrededor en
busca de algo que llevarse al pico. Nos hizo gracia lo descarados que
se han vuelto en el centro comercial y les sacamos unas fotos. Al
llegar a casa me dio por pensar en que los pobres pajarillos
también notarían
nuestra ausencia si nos volvían a confinar.
Al fin y al cabo, para bien o para mal, todos vivimos en un círculo
de dependencia mutua. Este fin de semana ya nos han cerrado bares y
restaurantes por una larga temporada. Tiempos de pandemia. Malos tiempos para todos.
lunes, 9 de noviembre de 2020
El gorrión gorrón
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