miércoles, 22 de diciembre de 2021
miércoles, 8 de diciembre de 2021
domingo, 28 de noviembre de 2021
Buscando inspiración 8. Guadapero
* Peral silvestre (del flamenco wald-peer)
* Mozo que lleva la comida a los segadores (de guardar y apero)
También es el nombre del pueblo de mis padres, una pequeña pedanía de la provincia de Salamanca. Y aunque cualquiera de las dos definiciones podría ser el origen de este curioso topónimo, a mí me gusta pensar que el nombre se lo pusieron por la gran cantidad de perales silvestres que antes crecían en sus tierras. Hoy en día es una especie que prácticamente ha desaparecido. Son muy pocos los ejemplares que aún sobreviven. Una verdadera lástima. Sus peras, pequeñas y verdes eran realmente deliciosas.
¿Y qué tiene todo esto que ver con “Aurrimar. La leyenda del Dios Errante”?
Os cuento:
Mientras escribía, llegó un momento (Libro II-Amacram) en el que tuve que bautizar el lugar del que procedían algunos de los personajes. Barajé la idea de utilizar el pueblo de mis padres para hacerle un pequeño homenaje. Pero me resultaba un poco descarado, así que opté por cambiarle el nombre por El Tomillar. Después de todo, es el aroma a tomillos uno de los grandes placeres que una puede disfrutar mientras pasea por sus campos y sierras.
Fui un poco cobarde en ese aspecto, lo reconozco. No
muy conforme con la decisión tomada continué con la escritura, pero siempre con
la idea rondando en la cabeza. Al llegar al Libro IV-Zristios, encontré por fin
la solución para utilizar “guadapero” de forma discreta, pero reconocible para
todos aquellos familiares y amigos que a fin de cuentas iban a ser los
principales destinatarios del libro. ¿Por qué no hacer que los protagonistas
disfruten con las delicias de los perales silvestres tal como yo lo hacía de
pequeña? Dicho y hecho. La compota de guadaperos
de El Tomillar es todo un manjar para disfrutar en las grandes ocasiones.
Como veis, todo es posible en una historia de fantasía y aventuras como es “Aurrimar. La leyenda del Dios Errante”.
martes, 9 de noviembre de 2021
Bestiario. 4. Strigalhs
Animal vertebrado / Ovíparo / Reptil de sangre caliente / Carroñero
Descripción:
Se trata de animales de gran envergadura (unos dos
metros de largo desde el morro hasta la punta de la cola) y aspecto
achaparrado, lo que les ayuda en los desplazamientos por los túneles que ellos
mismos excavan.
Son cuadrúpedos. Sus poderosas patas, cortas y
musculosas, se encuentran rematadas por garras de inusitada dureza (cuatro en
las extremidades delanteras y tres en las traseras), que utilizan tanto para
defenderse, como para cavar o desgarrar a sus presas.
Gruesas placas en la zona dorsal les protegen de
ataques y posibles derrumbes en sus madrigueras. Osificaciones que también
funcionan como acumuladores de calor que posteriormente se redistribuirá hacia
el denso y llamativo pelaje que recubre la parte inferior de su cuerpo. Y así, aunque
se trata de animales de hábitos eminentemente nocturnos, no es raro verlos
tendidos al ardiente sol del desierto. Mientras los machos dan rienda suelta a
toda esa energía acumulada, en luchas fratricidas durante el cortejo o en
defensa de su territorio, las hembras la utilizan para incubar sus huevos y,
más tarde, para preservar el calor corporal de sus cachorros hasta que desarrollen
sus propias placas.
Mandíbulas anchas y poderosas, plagadas de afilados
dientes, todos del mismo tamaño. La lengua, gruesa y larga, posee papilas gustativas
tan sensibles que, literalmente, son capaces de degustar el aire que los rodea,
permitiéndoles de esta forma, percibir cualquier cambio que se produzca en la
oscuridad de sus túneles.
Su densa saliva contiene toxinas que inmovilizan a
las presas moribundas de las que habitualmente se alimentan. Gracias a ello,
las mantienen sedadas y vivas hasta el momento de la ingesta. Suelen crear almacenes subterráneos por cuya posesión luchan encarnizadamente los
distintos grupos familiares. Violentos choques que en ocasiones provocan auténticos
cataclismos en sus guaridas. Derrumbes que dejan huella en la orografía del
desierto.
Son animales gregarios cuyo dimorfismo sexual es
bastante acusado. Los machos poseen un tono rojizo mucho más brillante y
llamativo que las hembras, que tienden al granate. Además, dos cuernos cortos
surgen a ambos lados de las mandíbulas de los machos. Su color y longitud
determinará su edad y su posición dentro de la manada. Los utilizan como
símbolo de estatus, como defensa y como herramienta de trabajo. Son ellos los
que perforan la tierra sin descanso para extender sus dominios. Garras, cuernos
y cola en forma de pala son sus señas de identidad. Las hembras carecen de
cuernas, pero a cambio, su pelaje es suave y delicado como la seda.
Las hembras ponen entre cinco y seis huevos al año.
Pequeñas camadas que no siempre prosperan debido a la violenta y azarosa vida
de las madrigueras.
Su aspecto es fiero y desagradable. Suele
acompañarles el pestilente olor de la carroña que constituye su principal
fuente de alimento.
Hábitat:
Su hábitat natural es el desierto de Zahrs. Allí horadan
sus interminables túneles cerca de los roquedales, en las zonas dónde el
terreno es más blando y arenoso. Sus madrigueras pueden llegar a tener
kilómetros de longitud y no es raro que los túneles de las distintas manadas se
entrecrucen entre sí, lo que origina sangrientas luchas entre ellos.
Animales de hábitos nocturnos, merodean en las
noches en busca de alimento. La carroña es la base de su dieta, pero también
son capaces de abatir pequeñas piezas que confiadas, se acercan a los
manantiales a beber. Lugares que ellos frecuentan y en los que les gusta solazarse.
Las hembras, durante el período de incubación, son
más propensas a salir de día para recargarse de energía con la que calentar
sus huevos. No es raro verlas alejarse hacia las grandes dunas, pese a que allí se encuentran expuestas a temperaturas en ocasiones excesivamente altas que su organismo es incapaz de procesar.
Debido a su fiereza y gran tamaño, apenas poseen
depredadores naturales. Únicamente los feroces tarkios son capaces de hacerles frente y salir airosos de la
confrontación.
Los humanos, los Tulos, los utilizan como elementos
activos de la justicia del Clan. Los cuerpos de los ajusticiados por lapidación
en el denominado Pozo Empedrado, desaparecen sin dejar rastro tras las oscuras
bocas que allí se abren, guaridas de strigalhs
siempre hambrientos de carne.
El grupo de niños observaba apenas sin atreverse a respirar. El Pozo estaba vacío. Las blancas paredes se encontraban tachonadas de oscuras marcas granates, la sangre seca de las innumerables víctimas allí sacrificadas a lo largo de los siglos. El fondo se encontraba recubierto por la arena arrastrada por el viento y empedrado con infinidad de guijarros de diferentes formas y tamaños, restos de pasadas ejecuciones y sacrificios. Proyectiles angulosos, puntiagudos y cortantes para infligir el mayor daño posible a la víctima allí ajusticiada. Dos negros agujeros, como dos enormes bocas sin dientes, se abrían a los lados. Uno en frente del otro. Dos madrigueras de strigalhs, seres subterráneos que salían a la superficie para devorar a las moribundas víctimas de la justicia. Reptiles gigantescos de poderosas mandíbulas e irascible temperamento.
"Aurrimar. La leyenda del Dios Errante. Vol. 1. Libro 2 - Amacram"
Yolanda Martín López
domingo, 17 de octubre de 2021
Como ya sabéis, la brevedad no es lo mío, pero la otra noche, dándole vueltas al concurso de @manodemithril me vino esto a la cabeza. ¡Y aquí está! Mi aportación al #concursodelreino de #mireinoporunapluma
Espero que os guste.
viernes, 8 de octubre de 2021
Reseñas. “El Dracón y el lobo de fuego” por @gamerbloodlife
A mi estimada Yolanda, felicitarla por tan hermosa obra y desearle todos los éxitos en su carrera en la literatura. Háganme caso, y busquen el libro, completamente recomendable.
martes, 28 de septiembre de 2021
CoffeeBill
—¿Hay
algo comestible? —preguntó, al tiempo que iluminaba la papelera donde Anne
rebuscaba como un ávido carroñero.
No
pudo evitar que sus labios se curvaran con una pálida sonrisa, al verla moverse
de forma furtiva por la sucursal de un banco que apenas unas semanas antes, se
vanagloriaba de ser uno de los más influyentes del país; y que ahora nada
representaba. El dinero no se come,
le espetó su rugiente estómago.
Había
sido una suerte encontrarse con aquella chica. Durante muchos días, había
llegado a pensar que era el único superviviente de un Apocalipsis, cuyo
verdadero alcance y magnitud desconocían por completo. No había electricidad, y
los medios de comunicación habían desaparecido, devorados por lo que a todas
luces parecía una especie de pulso magnético surgido de no se sabía dónde; y
por supuesto, Internet era un vago recuerdo de lo que hasta hacía unos días era
una civilización desarrollada.
Solo
llevaba un par de meses en Bilbao cuando todo sucedió. Había llegado de Burgos
con la intención de estudiar Derecho en la prestigiosa Universidad de Deusto.
Se alojaba en el Casco Viejo, en un espacioso y renovado piso compartido con
otros tres estudiantes de muy diversa procedencia: Carlos era vallisoletano,
Esteban malagueño y Casper, el más veterano, inglés. Formaban un buen cuarteto.
No habían tardado mucho en congeniar. Casualidades de la vida: todos ellos eran
aficionados a los juegos de rol, así que las veladas en casa resultaban de lo
más entretenidas.
En
un principio, cuando la nube negra se instaló sobre Bilbao, nadie le dio la
mayor importancia. Formaba parte del paisaje habitual de la ciudad. Pero lo que
no resultaba tan normal era que lo mismo estuviera sucediendo en el resto del
planeta. Los telediarios no se cansaban de elucubrar sobre tan peculiar
fenómeno; y mientras, los científicos más prestigiosos, se mostraban incapaces
de dar una explicación convincente sobre el origen de las perturbadoras nubes
negras que habían comenzado a aparecer sobre Siberia. Salían como denso y
oscuro vapor de los profundos y misteriosos agujeros que allí se habían ido
formando en los últimos tiempos. Enormes e impenetrables formaciones gaseosas
que la circulación atmosférica se encargaba después de distribuir por buena
parte del globo.
Se
trataba de un fenómeno peculiar y algo molesto, pero no grave. La gente
simplemente se cansaba de no ver el sol durante días. Sin embargo, pronto las
comunicaciones comenzaron a fallar. Los móviles apenas funcionaban y la señal
de televisión se fue haciendo tan débil que resultaba imposible seguir el ritmo
de los acontecimientos. Y entonces, un buen día, un trueno que reventó los
cristales de la ciudad y que parecía el anunciador del fin del mundo, dio paso
a la lluvia. Una lluvia oscura, espesa, abrasiva, letal.
El
cambio no era instantáneo, pero bastaban unas horas para que el aceitoso fluido
caído del cielo, penetrara en el organismo a través de la piel y trasformara a
los humanos en seres rabiosos sedientos de sangre; aterradores zombis, como
esos que poblaban las películas y series
a las que tan aficionados eran sus amigos y él.
—¡No!
No hay nada —respondió Anne con un profundo suspiro que sonaba a derrota—. Solo
montones de vasos de café vacíos. Está visto que los empleados de este sitio
necesitaban mucha cafeína para soportar su apestoso trabajo.
Rodrigo
miró a su alrededor. No había ni rastro de dichos empleados. Sillas volcadas,
bolsos olvidados, chaquetas pisoteadas, polvo y suciedad… Al igual que el resto
de la población, habrían huido despavoridos hacia sus hogares cuando el mundo
comenzó a colapsar a su alrededor.
—Yo
mataría por un café bien cargado en estos momentos —dijo pasándose la lengua
por unos labios que sintió demasiado resecos y agrietados—. Mi madre lo
preparaba delicioso, muy azucarado…
Su
voz se fue apagando. El alma le dolía solo de pensar en los suyos. ¿Qué habría
sido de ellos? ¿Estaría el resto del país en iguales condiciones que aquella
maldita ciudad? Solo espero que no, y que
envíen pronto a alguien que nos saque de aquí, se dijo con un
estremecimiento. En realidad sabía que eso no sucedería. La ayuda debería haber
llegado hacía tiempo. Miró de soslayo hacia Anne con cierto remordimiento. Su
familia había perecido devorada por sus propios vecinos.
—Lo
siento, no quería…
—No
te preocupes. Es normal seguir teniendo esperanza. Tal vez puedas llegar a
verlos. Solo necesitamos encontrar un trasporte que nos lleve a Burgos.
—Pues
como no vayamos en bicicleta…
—¿Y
por qué no?
—¿Por
la lluvia? —respondió con acidez. Se
arrepintió al instante. Anne no tenía la culpa de su desesperación. Es más, si
no llega a ser por ella, habría sido devorado hacía tiempo; o habría muerto de
hambre, soledad y miedo en el piso en el que se había atrincherado y del que le
aterraba salir. Aunque pensándolo bien, tal vez hubiera sido mejor morir con
sus compañeros. ¿Qué futuro les esperaba en este oscuro mundo surgido del
horror?
—Estamos
en Moyua. Había un sitio… —murmuraba Anne acercándose a la puerta del
cristal para escrutar la calle.
—¿De
qué hablas? —preguntó sin comprender qué importancia tenía encontrarse en una
de las principales plazas de Bilbao.
—De
tu café. Un sitio llamado CofeeBill. ¿No has oído hablar de él?
Negó
con desgana. No llevaba tanto tiempo en la ciudad como para conocer todos sus
establecimientos.
—Le
pusieron el nombre por lo de rápido. Como Búfalo Bill, ya sabes… —dijo
encogiéndose de hombros—. Era de unos conocidos. Les gustaban los westerns.
Rodrigo
apagó la linterna y se situó junto a ella. Solo la luna iluminaba la plaza
ocupada por los hambrientos seres surgidos de la lluvia.
—¿Crees
que llegaríamos?
—Calculo
unos doscientos metros hasta allí. A la vuelta de aquella esquina. ¿La ves? Guardaban
los botes de café bajo el mostrador. Una impresionante muestra de granos de
todo el mundo. Alguno quedará.
—Pero
son demasiados… —decía paseando su nerviosa mirada de un lado a otro de la
acera próxima—. Sería estúpido morir
por…
—¡Yo
invito!
Se
giró. Anne había empujado la puerta y ya corría oculta en las sombras. Ella era
así, excitante como el café, optimista y arrogante, de Bilbao.
No pudo menos que esgrimir una nerviosa sonrisa ante semejante tópico hecho
realidad.
—¡Y
allá vamos! —dijo con un estremecimiento de pura ansiedad. Ni la más delirante
partida de rol había tenido nunca un escenario tan desquiciado como aquella
cruel realidad en la que trataban de sobrevivir—. Si tengo que morir, que sea
al menos deleitándome con un café bien cargado.
Se cubrió con la capucha y salió tras su compañera hacia lo que prometía ser… el paraíso de los muy cafeteros.
lunes, 5 de julio de 2021
Noticias
En septiembre
os iré contando más cosas sobre ella. De momento os dejo el título: “El Baile
de las Quimeras”
¿Qué os sugiere? La foto que sirve de fondo puede daros una pista sobre el género literario en el que clasificarla. ¿No? Os diré entonces que se trata de una mezcla de drama familiar, Ciencia Ficción suave de aire clásico, Fantasía desquiciada… ¿Os ha picado la curiosidad? Pronto tendréis más noticias de esta aventura que transcurre en un mundo muy diferente a Aurrimar, donde hasta ahora se ambientaban el resto de mis novelas.
Manías de escritor
Hace unos
días, un colega de Instagram, el autor Antonio López Sousa (@los_libros_del_sr_lector), me retaba a enumerar mis manías
como escritora. La verdad es que no tengo demasiadas, y ni siquiera sé si
llamarlas manías, pero aquí van algunas de ellas:
*Cuando empiezo a
escribir una historia siempre conozco el final, la situación a la que quiero
que lleguen mis personajes. Eso no quiere decir que sepa exactamente qué va a
suceder o cómo voy a describir los hechos, pero suelo desviarme bastante poco
de esa idea original.
Supongo que esto va
relacionado de alguna forma con otra de mis manías,
en este caso lectora: me gusta leer las últimas frases de los libros antes de empezar
a meterme en el relato. Considero que el final no es lo más interesante de las
novelas (a no ser que se trate de descubrir quién es el asesino, claro). Es el
cómo los personajes han llegado hasta allí lo que más me atrae. El desarrollo
de la trama y la profundidad de los personajes es lo que me espolea para seguir
leyendo.
*Los comienzos los
escribo rápido. Al igual que los finales, se presentan de forma bastante clara
en mi mente desde el principio. Es el desarrollo de la historia lo que
generalmente resulta una auténtica incógnita, una sorpresa sin fin. Supongo que
por esto me gusta escribir, porque aunque yo crea que controlo la situación, no
es cierto. Las diferentes tramas surgen sin apenas darme cuenta y aunque
parezca un tópico, los personajes poseen una asombrosa capacidad para salirse
del guión cuando menos te lo esperas.
*No hago esquemas, ni
guías, ni nada por el estilo. Escribo, sin más. Cuando el relato ya está
bastante avanzado sí que suelo hacer una previsión de capítulos, que por
supuesto raramente se cumple. También suelo hacer árboles genealógicos de los
personajes y tablas con sus características físicas para no meter la pata en
las descripciones.
*Me gusta poner títulos
a los capítulos. Es un trabajo extra, pero esto también va relacionado con mis
gustos lectores. Soy de las que leen una y otra vez los pasajes que más me han
llamado la atención. Si hay un título es más fácil localizarlos.
No hace mucho leí a un
autor (no recuerdo quién) que decía en una entrevista que no ponía títulos a
los capítulos porque los consideraba una especie de spoiler. Puede ser. Yo intento
que no sea así. Todo lo contario. Procuro que sean lo suficientemente
intrigantes como para que el lector desee seguir leyendo. Si lo consigo o no,
vosotros lo decidiréis.
*Escribo las historias
por orden cronológico. Hasta que no resuelvo una situación no paso a la
siguiente y esto hace que en ocasiones me atasque en la escritura. Hay pasajes
que se me han atragantado de forma considerable. No encontraba la forma correcta
de plantearlos para que resultaran claros y fáciles de entender, y he tardado mucho,
pero mucho, en escribirlos, retrasando de esta forma el resto del relato.
Aunque, es cierto que
durante la escritura de “Aurrimar. La leyenda
del Dios Errante” ciertos capítulos los escribí de forma independiente. Los
tenía tan claros en la cabeza…
*La inspiración puede
surgir en cualquier parte y donde menos te los esperas. Siempre llevo papel y lápiz
en el bolso o en los bolsillos de las chaquetas para anotar todo lo que me llame
la atención y pueda servirme en el futuro para describir personajes, localizar
una ciudad, ambientar una sociedad, etc. Soy un poco caótica en este aspecto (y
en muchos otros también jajaja…). Tengo la mesa de escritorio y los cajones llenos
de papelitos y libretas de este tipo que algún día ordenaré, supongo.
De momento no he
utilizado el móvil para estas cosas, pero ya comienzo a planteármelo.
*Duermo con papel y boli
en la mesilla de noche porque en cualquier momento puedo despertarme con alguna
idea maravillosa de la que seguramente me olvidaría al amanecer si no la apunto.
¿No os pasa? Mi cerebro funciona a mil por hora con las luces apagadas, justo
antes de dormir. En ocasiones ese momento de lucidez es tan potente, que
incluso he llegado a escribir a oscuras para evitar que la luz me robara la
inspiración. ¡Qué cosas!
*Soy una escritora
lenta. Necesito sentarme con calma a escribir, sin prisa, sin tener que andar
mirando el reloj. Leo y releo lo anterior para saber por dónde ando y esto
ralentiza mucho el proceso.
Bueno, creo que de momento
es todo. Si se me ocurre alguna más, ya haré una segunda parte. Ha resultado
divertido poner estas manías por
escrito.
martes, 15 de junio de 2021
Buscando inspiración 6. Bill Viola y el Dracón
Bill
Viola es un artista estadounidense que destaca por su carácter pionero en el
desarrollo del videoarte. Sus obras engloban videoinstalaciones, ambientes
auditivos o performances, y su temática gira preferentemente en torno a la
condición humana (nacimiento,
muerte, transformación, renacimiento, transfiguración, espiritualidad…)
Y os
preguntareis… ¿Qué tiene que ver este hombre con mi novela “El Dracón y el lobo
de fuego"? Os cuento:
Creo que ya he comentado en alguna ocasión que estuve trabajando durante casi siete años en el Museo Guggenheim-Bilbao. Era auxiliar de sala y pasaba muchas, muchas horas al día en compañía de las obras de arte que allí se exponían. Resultaba casi inevitable que el museo se convirtiera una de mis principales fuentes de inspiración mientras escribía “Aurrimar. La leyenda del Dios Errante” y “El Dracón y el lobo de fuego”. Siempre llevaba los bolsillos de la chaqueta del uniforme llenos de cuartillas A5 dobladas por la mitad para apuntar cualquier cosa que me viniera a la cabeza. Ideaba historias, escribía sin parar, y así, los muchos ratos muertos que se producían cuando no había público, transcurrían de forma mucho más entretenida y productiva.
Bill
Viola: Retrospectiva (2017), fue la última gran exposición en la que estuve
presente y una de las que más disfruté como trabajadora del museo. Seguramente
la mayoría de mis compañer@s no opinarían lo mismo: diez horas al día en salas
oscuras, de pie, viendo siempre los mismos vídeos, vigilando que los visitantes
no estropearan las instalaciones con alguna imprudencia… Desde luego no parece
el mejor de los planes. Pero para mí fue una de las experiencias más relajantes
tras muchos años trabajando allí; y Bill Viola se convirtió en uno de mis
artistas favoritos. Antes, ni siquiera había oído hablar de él.
La
mayoría de los vídeos de esta retrospectiva eran lentos, muy lentos, pausados,
durante minutos apenas pasaba nada en ellos. Realizados para disfrutarlos sin
prisas, en modo contemplativo, esperando la sorpresa que escondían o
simplemente reflexionando sobre lo que allí se mostraba o sugería. Pequeñas y medianas pantallas o grandes
instalaciones, la variedad era rica en
experiencias. En algunas de ellas se proyectaban personas caminando por un
paisaje árido, simplemente eso, caminaban hasta que se encontraban en un punto
y daban la vuelta o se volvían a separar. En otra sala por ejemplo, en total oscuridad, proyectadas sobre dos losas de granito negro, una pareja de ancianos, completamente desnudos, estudiaban su cuerpo con una pequeña luz, muy lentamente, como si el
tiempo ya no importara, concienzudamente, buscando la muerte…
Obras
todas ellas que me resultaban hipnóticas, aunque supongo que para mucha gente
eran simplemente aburridas porque en apariencia nada sucedía en ellas. Me daba
rabia cuando los visitantes se pasaban por las salas sin pararse a mirar,
saliendo de ellas aburridos, perdiéndose lo más interesante que estaba por
llegar. Está visto que la paciencia no es nuestro fuerte.
Pero
a lo que iba en esta publicación… En esa época yo estaba escribiendo “El Dracón
y el lobo de fuego”, y reconozco que andaba un poco perdida: no acababa de visualizar
uno de los escenarios más importantes de la trama. Y fue Bill Viola el que me mostró el camino.
El fuego
y el agua eran elementos recurrentes en muchas de las proyecciones. Elementos contrapuestos,
pero al mismo tiempo complementarios y que podían coexistir en perfecta armonía
dentro de la misma obra. Justo lo que yo necesitaba en el Templo de los Misterios:
un lugar de paz, espiritualidad y comprensión de los opuestos. Un enclave
poderoso en el que fuego y agua guiarían a mis personajes hacia el clímax de la
historia.
En concreto, fueron tres obras las que me abrieron la mente y pusieron fin a mi bloqueo: Night Vigil, Fire Woman y Tristan’s Ascension. Son descritas de la siguiente manera en la web del museo.
NIGHT VIGIL
Las imágenes de Vigilia nocturna (Night Vigil) provienen de una producción de la ópera de Richard Wagner Tristán e Isolda, una colaboración entre el director Peter Sellars, el director de orquesta Esa-Pekka Salonen, Bill Viola y la productora ejecutiva Kira Perov (vídeo, 2004–05). La leyenda original de Tristán e Isolda es la historia de un amor tan intenso y profundo que resulta imposible contenerlo en los cuerpos físicos de los amantes. Para satisfacer sus deseos, en último término los protagonistas deben trascender la vida y llegar a un lugar que está más allá de las polaridades de luz y sombra, masculino y femenino, vida y muerte, tiempo y eternidad.
La instalación Vigilia nocturna consiste en un díptico de vídeo retroproyectado sobre pantallas contiguas. El vídeo muestra una secuencia en la que un hombre y una mujer, separados por la oscuridad en plena noche, se ven atraídos el uno hacia el otro, y hacia la fuente de luz que ilumina su deseo. Cada uno emprende un viaje individual para alcanzar su objetivo: el de él es un viaje externo de acción, un largo trayecto en medio de la oscuridad de la noche que conduce a la luz de un fuego abrasador; el de ella es un viaje interior de contemplación, el encendido metódico de unas velas hasta que la estancia se ilumina por completo. Aunque ambos emprenden un viaje solitario y por separado, tienen el mismo destino: la fusión del yo individual en un mundo que trasciende la muerte.
Y en la sala contigua, sobre una pantalla gigante de 5,8 x 3,25 se proyectaban dos videos de forma consecutiva:
FIRE WOMAN
Mujer fuego (Fire Woman) es una visión en la memoria de un hombre que agoniza. La silueta de una mujer aparece a contraluz ante un muro de fuego. Tras algunos minutos, la mujer avanza, abre los brazos y se hunde en su propio reflejo. Cuando las llamas de la pasión y la fiebre envuelven la mirada interior y la revelación de que el deseo físico ya no regresará ciega al observador, la superficie reflejante se hace añicos y vuelve a su estado esencial de formas ondulantes de luz pura. Mujer fuego es una instalación que consiste en una proyección de imágenes en una gran pantalla vertical. Cuatro canales de sonido envolvente llenan el espacio.
TRISTAN’S ASCENSION (THE SOUND OF A MOUNTAIN UNDER A WATERFALL)
La ascensión de Tristán (Tristan’s Ascension) describe la ascensión del alma después de la muerte, cuando despierta y es atraído hacia una cascada cuya agua sube en lugar de caer. El cuerpo de un hombre yace sobre una losa en una sala de hormigón vacía. Unas pequeñas gotas de agua aparecen a medida que suben desde el suelo y ascienden en el espacio. Lo que comienza como una llovizna se transforma en un diluvio atronador, y el agua que cae empuja el cuerpo inerte del hombre, que pronto cobra vida. Sus brazos se mueven desgarbados y su torso se arquea en las aguas revueltas.
Por último, todo el cuerpo se alza desde la losa, se eleva por la fuerza del agua y desaparece por la parte superior de la cascada. El torrente se sosiega gradualmente y las gotas se van espaciando hasta que solo queda la losa vacía, brillante sobre el suelo húmedo. La secuencia se proyecta sobre una gran pantalla vertical montada en la pared. Un sistema de sonido envolvente 4.1 especialmente configurado despliega el sonido en la dimensión vertical del espacio.
¿Se ha notado que me gustó esta exposición? Ja, ja,
ja... Os dejo el enlace del museo para que podáis leer las descripciones de
todas las obras que se expusieron:
Bill Viola | Obras | Museo Guggenheim Bilbao (guggenheim-bilbao.eus)
Algunas de ellas podéis verlas en YouTube para haceros una idea. Aunque
la calidad es bastante mala y la experiencia nada tiene que ver con disfrutarlas
en vivo y en directo.
lunes, 7 de junio de 2021
Aurrimar. La leyenda del Dios Errante / Barcos /Estrella Roja
El Estrella Roja es un viejo carguero salido de algún
olvidado astillero de Guerhotia, que doscientos años atrás, durante su época de
máxima prosperidad, había sido el asentamiento más dinámico y populoso de la
Laguna Escondida. Un pequeño puerto situado en la desembocadura del Belonte, al
que mercaderes
de todo el Continente y de los Pueblos Libres acudían para aprovisionarse de las
raras hierbas que crecían en las orillas del lúgubre río, así como de drogas y
psicotrópicos que se producían en abundancia en los laboratorios de las
poderosas familias que dominaban tan lucrativo mercado. Sustancias todas ellas
muy apreciadas por los más afamados galenos de
Sus
habitantes prosperaron y se volvieron cada vez más osados. Haciendo caso omiso de
las siniestras historias que circulaban sobre el interminable bosque que crecía
a sus espaldas, en las orillas del Belonte, se internaron cada vez más en las entrañas
del mismo, río arriba, en busca de nuevos y exóticos productos que ofrecer a
sus insaciables clientes. Fue entonces cuando las leyendas les alcanzaron y
comenzó su lenta decadencia. Las expediciones se perdían en las profundidades
de la floresta sin dejar rastro; las patrullas enviadas en su busca regresaban
mermadas y muchos de sus miembros, enloquecidos por el terror, ofrecían
espeluznantes testimonios sobre seres monstruosos devoradores de hombres, criaturas
pensantes que se ocultaban en los pantanos... Otros muchos, simplemente no
regresaban jamás.
Poco
a poco, los miembros más influyentes y adinerados de aquella decadente comunidad la fueron abandonando. Los estremecedores hechos relatados por los
supervivientes cada vez se producían más cerca de sus residencias y temían por
su seguridad. La mayoría emigraron a Satria, que situada más al sur, en
territorio samio, vio incrementada de esta manera su población y su actividad
comercial, robándole el protagonismo en el tráfico marítimo en la Laguna
Escondida.
Las
ruinas de las antiguas mansiones pueblan ahora los canales de Guerhotia. Apenas
diez familias sobreviven allí gracias al tráfico de drogas ilegales, la caza y
la pesca. Las fabulosas y reputadas sustancias que antiguamente inundaban los
mercados de los Puertos, fueron prohibidas por
Hasta
allí llegó Ferdiag Ysenti por primera vez siendo un joven furioso y resentido con
la vida. Formaba parte en aquel entonces de la tripulación de “La Testa”, un
robusto navío dedicado al comercio de maderas exóticas que recalaba con
frecuencia en las proximidades de Guerhotia. Seducido por las drogas
alucinógenas que allí descubrió, se dejó arrastrar por ellas hasta caer en un
profundo coma que duró varios días. Inexperto como era en semejantes sustancias,
y acuciado por un irrefrenable deseo de olvidar y evadirse de los recuerdos que
le atormentaban, cometió el error de mezclar en su pipa de marfil todo aquello
que se le ofrecía sin pararse a medir las consecuencias
Su
capitán le abandonó al no presentarse el día en el que zarpaban y al despertar,
se encontró solo, apenas sin dinero y sin barco con el que escapar de la malsana
ciudad de los pantanos.
Pasaron
muchas semanas antes de que la diosa Fortuna acudiera en su ayuda. Durante el
invierno eran pocos los barcos que hasta allí se acercaban, y los que lo hacían,
se limitaban a una navegación de cabotaje dentro de la Laguna Escondida que poco
le interesaba.
Fue
una noche de tormenta y fuerte oleaje cuando, refugiado en el único establecimiento
de Guerhotia que podía ostentar el título de taberna, su suerte cambió. Una magnífica
mano de cartas le otorgó un selecto cofre de hierbas para fumar y la
titularidad de un viejo cascarón medio hundido junto a uno de los antiguos
almacenes de la ciudad.
Herrumbroso,
con la madera medio podrida y sus mástiles fracturados y engalanados por una
espesa vegetación que albergaba todo tipo de pequeña fauna autóctona, el barco no
presentaba el mejor de los aspectos. Lejos de desanimarse, su alma soñadora comenzó a volar lejos. Tenía todo el invierno por delante para hacer que
aquella nave flotara nuevamente. En primavera el paso de El Nido sería
franqueable y podría salir de aquella ratonera.
No
le fue difícil conseguir la tripulación que necesitaba. Hasta Guerhotia llegaban
todo tipo de rufianes, maleantes, desahuciados, gentes de mal vivir, con pasado
pero sin futuro, y que al igual que él, buscaban fuera de la ley lo que la vida
les había negado.
La estrella roja de siete puntas fue la carta que le otorgó la libertad. Un buen nombre para su barco, una reconocible insignia para su bandera.
domingo, 23 de mayo de 2021
martes, 18 de mayo de 2021
Ensueño de sal
Con esta canción (o eso pretende ser) participé en el reto de Instagram de @buho_narramundos en el que se nos instaba a crear una canción o leyenda en la que apareciera una sirena y uno de los monstruos marinos que te deba a elegir. Me quedé con la ballena blanca.
¿Alguien dispuesto a ponerle
música a esto?
Ron en las venas
Viento en las velas
Sigo la estela de la blanca ballena
Desde cubierta contemplo las olas bailar
Buscando señal de su presencia mortal
Pues la bestia es mi sino
Marca la senda de mi destino
Dulce susurro
Hipnótico canto
Voz de sirena
De recuerdo infausto
En sueños me hablas
En ellos resides
Ensueños de sal
Y espuma de mar
Ron en las venas
Viento en las velas
Sigo la estela de la blanca ballena
Te odio, te amo
No sé qué decir
Años atrás
Mi vida salvaste o eso creí
Cadáver andante desde entonces fui
Todo robaste a este pobre infeliz
Alma, dios y sosiego
En tus brazos perdí
Ron en las venas
Viento en las velas
Sigo la estela de la blanca ballena
Evoco tu aliento, tu beso
Tu piel
De nácar perlada y sabor a miel
Amargo recuerdo de hiel
¡Mira! ¡Por fin!
Allí resopla, allí está
La puerta al abismo de
De tus ojos de sal
Arise, susurra la arena,
Arise, anuncia el coral
Arise, grita tu nombre el cachalote infernal
Pero yo sé quién eres en realidad
Tu nombre es Muerte
Y te acepto sin más.
Ron en las venas
Viento en las velas
Sigo la estela de la blanca ballena...
domingo, 9 de mayo de 2021
Conectando Imágenes. Andrakas
No hace mucho descubrí esta imagen en una cuenta de Instagram (@medusinis_painture). Se trata del detalle de un oleo más grande titulado “Opio”, de la artista Marina Kolesnikova. Nada más verlo, lo asocié de inmediato con uno de mis personajes de “El Dracón y el lobo de fuego”.
Resulta curioso, si observo la imagen de la pintura completa, nada hay en ella que me lleve a relacionarla con alguna de mis novelas. Pero este primer plano, el rostro atractivo y el semblante perdido, incluso su indumentaria… Todo ello cuadró de repente en mi mente, como si de un puzle se tratara, con el aspecto que debería tener Andrakas sin saber muy bien por qué.
Se trata de un personaje importante en la historia. Incluso podría clasificarlo como un segundo protagonista, situado casi al mismo nivel que Índigo, el Dracón. Un valiente y apuesto joven marcado por un cruel pasado que desea dejar atrás.