En
dicho mapa, se encuentran bien señalizadas con una estrella, las ciudades portuarias
que forman parte de la Confederación de Puertos, dirigida por la poderosa
Cofradía, y que a su vez, está compuesta por los más ricos e influyentes
comerciantes y armadores de los Siete Puertos.
Bilaboo
es uno de esos puertos, el más pequeño, pero no por ello menos importante, debido
sobre todo a su estratégica situación geográfica. Asentado en la parte más oriental
del extenso brazo de mar conocido como La Lengua, son sus barcos los que
mantienen el comercio abierto con la vecina e independiente (y en ocasiones
belicosa) Samia. Además, es el último puerto de la Confederación en el que
poder avituallarse antes de iniciar la peligrosa travesía a través del paso
denominado El Nido, que da acceso a la misteriosa Laguna Escondida y al puerto
lacustre que la controla: Guerhotia.
Bilaboo es también conocido por la maestría de sus artesanos (que proporcionan prestigio y riqueza a la ciudad) y por la bulliciosa animación que abarrota sus estrechas calles. Se trata de una ciudad eminentemente estudiantil, con mucha gente joven siempre dispuesta a aprender y a divertirse. Sus Centros de Formación, Academias y Escuelas, no son tan reputadas y afamadas como las de Nublia o Puerto Crucero, pero sus precios son mucho más asequibles, lo que permite a las clases menos favorecidas acceder a una educción superior de calidad.
¿Y
de dónde procede el nombre de Bilaboo? ¿Cómo se me ocurrió? Muy fácil. Vivo
cerca de Bilbao y es allí donde realicé mis estudios universitarios. Solo tuve
que añadir una letra y cambiar otras de posición y… voilà, ya tenemos a la capital vizcaína
convertida en un exótico puerto situado en un mundo mágico llamado Aurrimar.
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