domingo, 25 de abril de 2021

Aurrimar. La leyenda del Dios Errante / Barcos /Rumor Clandestino

Se trata de un imponente navío dotado de tres esbeltos mástiles, casco reforzado y abundante arboladura, con la que logra alcanzar grandes velocidades si el viento es favorable. Buque de carga y exploración, posee grandes y espaciosas bodegas en las que transportar mercancías de todo tipo: materias primas, ánforas y grano, minerales, material de construcción…; incluso corpulentos animales como los bogos, muy utilizados en el transporte terrestre por su fuerza y resistencia.

Pese a su gran tonelaje, no necesita de una numerosa tripulación para gobernarlo. Su versatilidad y maniobrabilidad le permite ceñirse al viento hasta en las peores condiciones atmosféricas; e incluso recalar en costas que para otros capitanes, menos osados y ambiciosos, resultarían impensables.

Lancer Caradam es su capitán. Compró el barco a buen precio, en el puerto de Jornibia, a un armador retirado que pretendía desguazarlo para venderlo por piezas. Cansado de la ausencia de beneficios en el constante deambular del Pribylon, siempre embarcado en la búsqueda de olvidados mitos y leyendas (y en el que llegó a ser capitán durante nueve años), decidió alejarse de la influencia de Adilaia de Galatia y su gente (que le había inculcado su amor por el mar y los lugares inexplorados), para probar fortuna como comerciante independiente. Acompañado de sus inseparables amigos de la infancia, Polux y Kaleen, y de la pequeña tripulación que lograron contratar con los ahorros que les quedaban, se lanzaron al mar dispuestos a comerse el mundo.

Los inicios no fueron fáciles. Apenas contaba entonces treinta años, carecía de la experiencia necesaria, y la poderosa Cofradía de Puertos no veía con buenos ojos que capitanes ajenos a su organización mercadearan en lo que ellos consideraban sus dominios. Pero Lancer era ambicioso, le gustaban los desafíos. No se conformaría con transportar mercancías de un puerto a otro por el resto de su vida. Además de fortuna, buscaba notoriedad. Y para lograrlo, había que ir más lejos, allá donde ningún otro capitán de la Confederación de Puertos se aventuraba por miedo a perder su barco… o su vida.

No fueron pocas las estaciones comerciales que logró asentar en territorios hasta entonces inexplorados o poco explotados por ser considerados peligrosos o de escaso interés comercial. Sus audaces y desafiantes expediciones pronto le reportaron las ganancias y el prestigio que siempre había buscado. Los nombres del Rumor Clandestino y su osado capitán se convirtieron en leyendas que marinos y mercaderes cantaban en las tabernas de los puertos.

Su trabajada riqueza no tardó en despertar envidias entre sus competidores, pero también el interés de la clasista Cofradía, siempre ávida de beneficios, y que comenzaba a ver en aquel joven capitán, la sangre que necesitaba para renovar sus filas. Y así, Lancer Caradam, primogénito de una humilde familia de siervos en las tierras de los Señores de Lar, pasó en unos años, de ser considerado poco menos que un pirata, a convertirse en uno de los miembros más influyentes dentro de la prestigiosa institución que gobernaba el Continente.

El Rumor Clandestino y todo lo que significaba de desafío y libertad, quedó atrás, en dique seco, en el puerto de Sigyar-Kapur, a la espera de que alguien volviera a despertar en su capitán las ansias de aventuras, ahora acalladas por un prometedor matrimonio con Cimbria de Navasfrías y Trasmonte, única hija de la más poderosa familia de los Siete Puertos. Una alianza que le permitiría ascender hasta lo más alto de la escala social. Un sueño hecho realidad.


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